El de desarrollador de juegos, también conocido como game developer, es un trabajo en alza. Un trabajo considerado por muchos como divertido, ciertamente hilarante. Sin embargo, no está exento de riesgos, especialmente relacionados con el estrés. Un sueño para muchos, sin embargo, pero largo y agotador, que requiere dedicación y también muchos, a veces demasiados, sacrificios.
El primero y más obvio es lo relacionado con el trabajo fijo, un objetivo para muchos pero no para un desarrollador: en el sector del juego, curiosamente, falta estabilidad y perspectivas de futuro. Más aún en la vecina Italia, como bien atestiguan los 4 millones destinados por el Decreto Rilancio a su industria de los videojuegos: una miseria, no es un juego de palabras.
Pero la inestabilidad del sector también está ligada a otro aspecto, más técnico que otra cosa: el ciclo de un videojuego que comienza tras una larga fase de elaboración y termina cuando está listo. Pero, como nos enseñan los precedentes de muchos títulos, a un juego no le sigue necesariamente otro. Y en estas decisiones, entre secuelas y precuelas, no tienen nada que ver con las ventas sino con muchos otros pequeños detalles. Se trata de problemas cuya dinámica conocen las ciudades pequeñas, más afectadas por las fluctuaciones del mercado. Dicho esto, es útil saber que hay que ser aficionado a los aviones y a los trenes, porque el trabajo de un desarrollador de juegos implica muchas horas de avión, jet-lag y viajes. Y para evitar la pérdida de sus puestos de trabajo, puede ser necesario deslocalizarse: basta pensar en el gigante de las casas de software Rockstar Games, que tiene estudios en Estados Unidos, Canadá y Europa.
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Pero eso no es todo: los empleados deben estar dispuestos a hacer lo que sea y arriesgarse a ser amordazados mentalmente en el trabajo del proyecto, sufriendo todas las consecuencias. Un problema a menudo subestimado por las casas de desarrollo, pero cada vez más evidente cerca de las fechas de lanzamiento de un producto, especialmente en el ámbito de las máquinas tragaperras gratuitas y de las tragaperras online con dinero real. Esto se debe a que trabajar en el desarrollo de un juego, a menudo resulta en la identificación con el propio producto. ¿Es por este estrés mental por lo que un desarrollador de juegos suele tener prohibido, por contrato, desarrollar proyectos autónomos en su tiempo libre?
¿Quién sabe? Luego están todos aquellos aspectos puramente técnicos, típicos del trabajo con máquinas tragaperras online, que requieren más conocimientos. El análisis técnico, desde este punto de vista, tiene que ser meticuloso y se requiere paciencia. Todo debe encajar en su sitio, cada carrete en la misma dirección, cada animación debe tener una consistencia detrás. No deben faltar los ensayos y cada parte del juego debe cuidarse bajo todos los aspectos. Y, por muy repetitivo que parezca, es un paso necesario para el éxito de un producto que, sin embargo, nunca está exento de críticas.
La crítica es un poco la sal y el estímulo de una profesión, porque empuja a la mejora continua. Pero para trabajar en la industria del videojuego y de los casinos online hay que saber sobrellevar la presión de la crítica de forma óptima. A menudo no sólo de fuentes industriales, sino también de terceros. Pensemos en los citados desarrolladores de tragaperras online que, más que sus colegas de los videojuegos, están sometidos a las críticas de los demás, entre ellas la de crear productos perjudiciales para la salud y el bienestar de su público natural, los jugadores.