Cuando el Juego deja de ser divertido

Fecha de creacion: jun. 26
Escrito por Nat Chiaravalloti

Los juegos de azar y apuestas en línea son entretenidos, pero si no existe el suficiente cuidado, puede representar un peligro psicológico y emocional.

Los juegos de azar y de apuestas son de los más antiguos que existen y que al día de hoy se siguen practicando. Con la llegada de Internet, el acceso a estos es cada vez más fácil y aunque puede ser muy divertido, si no se tiene el suficiente cuidado puede llegar a ser riesgoso para la salud de aquel que se deja llevar demasiado.

Aunque el número de personas que desarrollan algún problema con esta actividad es muy baja, es importante tener en cuenta de qué debemos cuidarnos para no dejar de divertirnos mientras jugamos.

Cuando se vuelve algo patológico

Existen muchas formas de apuestas, ya sea con máquinas tragamonedas, juegos de cartas o casinos, que representan los tipos de apuestas clásicas; o bien, puede ser a través de apuestas con amigos, comprando un billete de lotería o entrando a una rifa. Sin importar la modalidad, esta actividad resulta muy divertida, hasta que ya no lo es más.

Muchas de las personas que no logran tener un suficiente control sobre su nivel de juego pueden desarrollar una adicción por él que puede desembocar en problemas familiares y financieros. En general, el desarrollo de la adicción por el juego se puede dar cuando el jugador en cuestión siente que está en la ruina y que solo puede resolverlo a través de las apuestas o bien, cuando el jugador busca la adrenalina del juego que lo lleva a tomar mayores riesgos con el mismo.

Si el desarrollo de esta adicción no logra detectarse con tiempo, posteriormente puede ser difícil deshacerse de ella, ya que principalmente se necesita la voluntad del jugador para hacer frente a esta situación.

Señales que indican una adicción

Pensar constantemente en el juego

    Buscar tener un buen rato de diversión o esparcimiento no es necesariamente algo malo, pero si durante el día no dejas de pensar en jugar y no puedes esperar a llegar a casa para hacerlo, esta puede ser una señal de que se está convirtiendo en algo más que un simple gusto.

    Mentir sobre el juego

      En muchas ocasiones gente cercana a nosotros, o incluso ajena, puede intentar convencernos de que jugar es malo y solo atrae problemas. Esto no es necesariamente cierto, pero cuando sientes que es necesario mentir sobre las actividades que realizas probablemente se deba a que alguna parte de ti sabe que efectivamente tú estás desarrollando un problema.

      Utilizar tiempo de trabajo o familia para jugar

        Esto puede no aplicar para todos, ya que depende de tus propias relaciones familiares o laborales y de cómo las abordas. Pero si últimamente sabes que tienes hacer tal cosa o estar en tal lugar y a pesar de eso no cumples con ello por pasar más tiempo jugando, entonces puede estar perjudicándote.

        Utilizar dinero destinado a otras cosas para jugar

          Similar al punto anterior, si sabes que necesitas destinar cierto dinero para cosas que son necesarias como una visita al médico, alimentos, reparaciones, etc., y en lugar de utilizarlo en eso lo utilizas para jugar, esa puede ser una señal de que estás desarrollando cierta adicción.

          Qué hacer si has desarrollado una adicción

          Si sientes que has desarrollado una adicción por el juego primero que nada no te sientas mal. Nadie está exento de convertirse en adicto a algo, ya sea al cigarro, a la comida, alguna droga u otra cosa; todo puede desarrollar una adicción si no estamos conscientes y atentos sobre nuestros propios síntomas.

          En el caso del juego, lo primero que puedes hacer es reconocer que existe un problema y tener la voluntad de resolverlo. Posteriormente, puedes acercarte con tu proveedor de juegos para que impongan un límite de juego en tu cuenta o bien, puedes ser tú mismo el que ponga ese límite y si lo consideras necesario, puedes acudir a la ayuda profesional para ayudarte a resolver la situación.

          No se trata de simplemente dejar de jugar, sino de hacer que el juego vuelva a ser pura diversión y no una adicción.